Los trabajadores de Ecotrans denunciamos que la Empresa nos quiere llevar a un conflicto del cual los trabajadores no somos responsables.-
Vencida la Conciliación Obligatoria, y a pesar de la voluntad expresada por los trabajadores de resolver en términos de “negociación y diálogo” la decisión violenta de dejar a màs de 130 trabajadores en la calle, y 20 suspensiones, existe una cerrada negativa de la Empresa de rever las medidas.-
Si bièn el subsecretario de trabajo resolvió prorrogar por 5 días las instancias conciliadoras. El Grupo Empresario se declaró en abierta oposición a resolver el conflicto.-
Los trabajadores representados por su Cuerpo de Delegados, declaramos que intentaremos resolver este complicado conflicto en los días que quedan de negociación . Pero no vamos a permitir, que la empresa descargue su ineficiencia sobre nuestras espaldas.-
Apelamos al diálogo extendido a todos los sectores involucrados de la Sociedad.-
1) En primer lugar; hemos solicitado una entrevista urgente con el Intendente de Morón, Martín Sabbatella. Dicho Municipio es responsable de la conceción del ramal de la Linea 635 . Se pedirá su intervención , para lo cual nos presentaremos en la Municipalidad el día lunes 30 junio a las 10.00 hs. 2) De igual manera tenemos previsto concurrir con delegaciones al Municipio de Marcos Paz y Las Heras el día martes 1 julio a las 11.00 hs. 3) El día lunes se pedirá una entrevista con el Secretario de Transporte Sr. Jaime, para ponerlo al tanto de la grave situación creada en la Empresa Ecotrans, provocada por las cesantías, y que podría dejar como víctimas, a màs de 170.000 usuarios.- 4) Desde el lunes iniciaremos una campaña informando a los usuarios la problemática planteada, mediante volantes y afiches explicativos.- 5) Se instalará una nueva Carpa del Aguante frente a la Administración de la Empresa. Calle Cervantes (ruta 200) Nº 2051 – Merlo. Para recibir las adhesiones de las Organizaciones Sociales.- e informar a la ciudadanía.- 6) Invitamos a todas las Organizaciones Sociales, políticas, sindicales y a los Medios de Prensa en general, a una jornada de información, debate, y esclarecimiento sobre el conflicto. Para sumar adhesiones y apoyo a nuestra lucha; a realizarse el día miércoles 2 julio a las 17.00 hs. En la Carpa del Aguante. Calle Cervantes (Ruta 200) Nº 2051 Merlo.-
Carlos Pacheco Cel. 15-6743-7421 Ricardo Hipp Cel. 15-3190-1988 Ronald Armaza Cel. 15-5097-6429 Marcelo Gonzalez Cel. 011-15-5011-063
Los golpes de la democracia
La expectativa de que el envío del decreto de las retenciones al Congreso iba a "descomprimir" la crisis no duró ni una noche. Cuando se conoció que el proyecto era un ultimátum y que el boque justicialista era extorsionado a dar el sí o el no, sin posibilidades de enmiendas, los voceros de la patronal agraria aprovecharon la ocasión para volver a las amenazas. Más tarde, en Plaza de Mayo, la Presidenta los volvía a acusar de prácticas contra la democracia. El traslado de las retenciones no podía siquiera pretender un serenamiento de la crisis, en primer lugar porque alienta a la patronal agraria a continuar con el acaparamiento de cereales con la expectativa de obtener alguna rebaja de las retenciones. Por fuerza, los ‘mercados' seguirán paralizados; los transportistas, al menos la parte de ellos que no ha recibido dádivas oficiales, retomarán el corte de rutas. Por otro lado, la lucha política se envenena todavía más ahora que tiene el palco del parlamento; no demorarán en producirse las concentraciones y los ‘cacerolazos' en la Plaza de los Dos Congresos. En menos de doce horas, el anuncio de darle más democracia a la democracia se transformó en nuevas denuncias de golpismo por parte del gobierno y de autoritarismo contra éste del lado de los sojeros. La desorganización económica ha proseguido, como dice el tango, a fuego lento, en especial en lo que se refiere a la fuga de capitales. Entre lo que se va y lo que no ha entrado algunos calculan una evaporación de 6.000 millones de dólares. El Banco Central sigue gastando divisas en la compra de títulos del gobierno y aumentando su deuda con la venta de reservas a futuro. ¿"Salida democrática"? El gobierno terminó convocando al Congreso después de haber medido que corría el riesgo de quedarse sin quórum en el pejotismo. El envío de transportistas a romper el lock-out ruralista convenció a los mandarines del PJ y de la CGT que el matrimonio gubernamental se había pasado de rosca. Luego vino la detención pacífica y cortés de De Angeli, y la marcha atrás de una mediación a cargo de Moyano y De Vido. Los piropos de D'Elía a Duhalde no solamente sirvieron de pretexto para un nuevo cacerolazo sino para poner a Kirchner en choque con el pejotismo bonaerense. Pobres los que suponían que el aparato de la provincia le había dado la espalda al ‘cabezón'. Kirchner tuvo que ceder la jefatura del PJ santafesino a Reutemann; después, pedir disculpas por los exabruptos contra Duhalde; al final, según dice Clarín, movió a Cobos para pedir la convocatoria del Congreso, en una movida para relanzar al vicepresidente y ayudarlo a evitar una hemorragia de ‘radicales K'. La versión de Clarín no es acompañada por los otros diarios y quizás estuvimos a un paso de quedarnos sin vice. Pero esta renuncia podría haber dado lugar a un golpe parlamentario: el Congreso habría asumido en forma unilateral la discusión de las retenciones. La iniciativa del gobierno abortó esta tentativa o, dicho con más propiedad, sólo la postergó. El gobierno quizá cree que ha recobrado la iniciativa, pero el pejotismo que pidió el "tratamiento parlamentario" no se inclina a refrendar la decisión del gobierno sino a contemporizar con la patronal sojera. Schiaretti le acaba de pedir a los diputados de Córdoba que presenten "propuestas alternativas", algo suficiente para provocar una tormenta parlamentaria y ofrecer un tema de agitación política a la patronal sojera, aunque nada indica que ésta vaya a esperar el inicio del debate parlamentario o limitarse a peregrinar por las comisiones del Congreso. En una semana, los despachos de las comisiones marcarán la cancha de esta nueva etapa de la crisis. Las divisiones, sin embargo, no abundarán solamente en el oficialismo: la oposición se dará maña para exhibir divisiones de todo tipo, porque representa intereses sociales contradictorios y porque aspira a capitalizar la lucha actual para las elecciones de 2009. Una crisis parlamentaria sería una ocasión perfecta para reflotar un proyecto de plebiscito, apuntando a concentrar el poder en la Presidencia bi-fronte. Los argentinos tendríamos la oportunidad de enriquecer nuestra historia política con una experiencia de golpismo democrático a dos bandas. Por un tiempo las armas serán los argumentos jurídicos acompañados por cortes de ruta, manifestaciones, cacerolazos y el fantasma de los saqueos. La lucha por el poder se enmascarará con debates talmúdicos o jesuíticos sobre si las retenciones son o no impuestos; si la ‘legitimidad de origen' de la Presidenta no ha quedado cancelada por su ‘ilegitimidad de ejercicio'; y si los plebiscitos son vinculantes o no. Hay un pelea capitalista de fondo acerca de cuál es la fracción burguesa que debe pilotear el desenvolvimiento capitalista en Argentina, lugar que aspira a ocupar el capital sojero y agrario aliado al capital financiero internacional. Así las cosas, no hay mayor impostura que la desplegada por la Presidenta y la oposición patronal cuando aseguran buscar una ‘salida democrática' a la crisis. Los dos bloques capitalistas que se disputan la renta sojera conciben al trámite parlamentario como el preludio de variantes golpistas. Las conspiraciones en curso demuestran que los "demócratas" han sido incapaces de reconstruir su régimen político desde 2001. Pero mientras la crisis se encuentre encerrada entre dos variantes capitalistas (son muchas más de dos), los trabajadores pagarán la factura de los estragos. La participación popular A pesar del apoyo de las centrales sindicales al gobierno y de la popularidad que alcanzó la movilización agro-sojera, ninguno de los dos bloques capitalistas ha logrado movilizar a las masas para su causa y existe incluso una corriente popular que rechaza a ambos bandos. No es menos cierto, sin embargo, que esta mayoría no tiene orientación ni programa y, por sobre todo, que la pelea política está polarizada por dos alternativas capitalistas. El apoyo popular al ‘campo', como se reflejó en el acto de Rosario o, por caso, en los cacerolazos del lunes en el interior del país, hay que cargarlo a los "nacionales y populares" que gobiernan el país. Las capas más pobres de las clases medias urbanas o rurales llevan la pesada mochila de la inflación creciente, la caída del salario, el trabajo precario y el derrumbe sistemático de la educación y la salud. Al anunciar un "plan redistributivo" con las sobras de las retenciones, el kirchnerismo terminó delatando que nunca tuvo uno y que tampoco tiene nada ahora. Se explica entonces por qué a las marchas oficiales sólo van burócratas sindicales, piquetruchos o, sencillamente, el aparato de funcionarios o patoteros oficiales. En la noche del sábado, Néstor Kirchner quiso protagonizar "su" propio 17 de octubre en la Plaza rodeado de algunos funcionarios y matones. Es una pena, teóricamente hablando, que no fuera esto lo que Cristina Kirchner tuvo en cuenta cuando rememoró a ‘‘un señor'' que dijo que la historia se repite, pero la primera vez como tragedia y la segunda como farsa. Como todos los nacionalismos patronales, el kirchnerismo invoca la representación de "la nación" misma. Pero la ausencia de una respuesta popular demuestra que sólo representa a los Techint, Taselli o Ezquenazi, por un lado, y a los acreedores de la deuda, por el otro.Por el lado de la patronal agraria, la participación popular en sus movilizaciones no las ha corrido de su programa capitalista, salvo cuando algún representante de la Federación Agraria es entrevistado por Crítica, lugar que han elegido para denunciar, sin precisiones, los ‘pool de siembra'. Los movimientos nacionales o populares sólo adquieren relevancia histórica cuando las masas que los acompañan tienen la capacidad para imponer su propio sello, incluso dentro de ciertos límites. Un método para la clase obrera La clase obrera observa pasivamente la crisis. La burocracia de los sindicatos actúa bajo encomienda de las dos fracciones capitalistas en disputa, pero tampoco tiene la capacidad para hacer otra cosa. Los Moyano y Yasky están al servicio del gobierno (Yasky de ida, Moyano de vuelta). Los sindicatos más ligados a la patronal sojera, y a la industria que la sirve, están en la línea de las cuatro entidades. En los últimos días ha comenzado a delinearse una posición política independiente en una minoría de sindicatos y de cuerpos de delegados, acicateados por la obligación de definirse frente a la jornada del miércoles 18 convocada por Kirchner, el PJ, la CGT y la CTA. Algo comienza a ocurrir; hay una oportunidad de desarrollo en la nueva etapa de la crisis que ha sido inaugurada por la detención de De Angeli, los cacerolazos del lunes, la deliberación conspirativa en el pejotismo, la aparición del matrimonio y el envío del decreto de retenciones al Congreso. Ni el ‘diálogo', antes, ni el Congreso, ahora, pueden ofrecer una salida a la crisis y evitar su estallido. En ninguno de esos ámbitos está presente la clase obrera de la ciudad y del campo. Es necesario aprovechar la amplitud de la crisis para impulsar una deliberación en los lugares de trabajo y de estudio, en los sindicatos y organizaciones sociales, para obtener pronunciamientos sobre un programa que homogeinice políticamente a los activistas y habilite su capacidad de acción. Una agitación a partir de la clase obrera romperá los límites patronales de esta crisis, hará saltar los chalecos del ‘diálogo' y del ‘congreso', pondrá al desnudo el golpismo en danza y abrirá el canal para la movilización independiente de las grandes masas. La intervención obrera ocurrirá de uno u otro modo como consecuencia de las tendencias disgregadoras sociales del conjunto de esta crisis.
Las elecciones del próximo 28 de octubre no solamente se presentan como fraudulentas debido al uso descarado de las colectoras, acoples y sub-lemas. Se trata de un método, reiteradamente probado, que habilita a toda clase de maniobras en el proceso de la votación y aún en el recuento de los sufragios —además del fraude para la ciudadanía que significa la aglomeración de listas de diverso signo político. En esta metodología podrida no solamente exulta el oficialismo sino todavía más la oposición, aunque en el caso de Carrió, por ejemplo, hay que reconocer que se trata de la misma amalgama que parió la Alianza en 1999, con la ‘piba’ Bullrich y el ‘socialista’ Giustiniani en el mismo barco. En el caso de Lavagna, el acople de alfonsinistas con duhaldistas se puede decir que ‘blanquea’ con enorme retraso al frente devaluacionista que derrocó a De la Rúa en diciembre de 2001. Kirchner, por su lado, lleva 126 listas en Santa Cruz (y una enorme cantidad de colectoras en los municipios bonaerenses), mientras Capitanich acaba de ‘deslumbrar’ al realismo político al agrupar a los izquierdistas de Barrios de Pie con los derechistas de López Murphy y los fascistizantes del partido nacionalista constitucional en la provincia de Chaco. Pero más que fraudulentas, sin embargo, las próximas elecciones son engañosas, y precisamente por esto vienen empaquetadas con el fraude. Es necesario, por sobre todo, colocarlas en perspectiva; el voto popular no va a determinar ninguna salida a los problemas nacionales, ni siquiera zanjará las divergencias políticas que enfrentan a las principales fuerzas que representan a la burguesía. El escenario posterior a las elecciones mostrará toda la potencia de la crisis acumulada en los últimos años de gobierno, así como el efecto arrasador de la crisis económica internacional. El Partido Obrero es conciente de sus limitadas posibilidades para llamar la atención de los electores de cara al 28 de octubre, pero lo fundamental es desarrollar una campaña política de preparación de fuerzas para las crisis y conflictos que no dejarán de emerger en el período subsiguiente. Aislar al proceso electoral de las perspectivas políticas generales es una manifestación de miopía política incurable. Lo que importa en el próximo episodio electoral no es la habilidad para la maniobra en función de ventajas necesariamente menores sino la firmeza para defender un planteo estratégico y propagandizarlo entre los trabajadores. La dama de la gobernabilidad En oportunidad de la reciente reunión, en Buenos Aires, del Council of the Americas, su organizadora, una norteamericana ligada a los grandes pulpos y al partido demócrata de Estados Unidos, sorprendió con la afirmación de que solamente la candidata del oficialismo aseguraba la gobernabilidad. Nada podría ser más cierto —a primera vista, esto si se considera la precariedad de las alianzas políticas de Carrió o Lavagna; no hablemos ya de Sobisch o Rodríguez Saá. Los dos primeros representan un ‘replay’ devaluado: una, de la experiencia fracasada de la Alianza y, el otro, del duhaldismo. Los otros dos parecen, más que nada, candidatos a participar de futuras conspiraciones políticas. De modo que la palabra de orden que baja, nada menos que de Washington, es el voto a Cristina Kirchner. La mujer se pasea por el mundo para devolver los favores, como el pago de la deuda con el Club de París, el tarifazo energético y una mayor ‘disciplina’ fiscal para asegurar el pago de la deuda pública. Su marido acaba de anunciar incluso la disposición a canjear el medio ambiente de Argentina por títulos de la deuda externa (en los que la prensa ha incluido a los que no entraron en la renegociación). También ha recriminado a Irán, como se lo exigió el ‘lobby’ sionista, sin importarle que esto pueda asociar políticamente a Argentina a lo que ya es una guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán y contra Siria. Pero el pilar de la ‘gobernabilidad’, el crecimiento de la producción, está haciendo agua. La inflación, que alcanza un nada envidiable 20% anual, es una manifestación, en primer lugar, del boicot a las inversiones por parte de la clase capitalista —no solamente en infraestructura y combustibles sino también en la industria. En lugar de ampliar la capacidad de producción, los industriales (¡kirchneristas!) han cubierto la mayor demanda con importaciones —por eso ha caído en forma drástica el superávit comercial, incluso cuando los precios de las exportaciones agrarias han crecido más que nunca; han aceptado incluso vender sus empresas a capitales extranjeros, en especial a los brasileños, cuyo control es ejercido por los fondos de inversión internacional. Para ‘consuelo’ de algunos habría que añadir que asistimos a un fenómeno mundial, que fue señalado recientemente por el informe anual del Banco de Basilea. Esta depresión de las inversiones es un testimonio de la sobreproducción que caracteriza a la economía mundial. Su lugar ha sido ocupado por la especulación inmobiliaria, cuyo estallido se extiende por el mundo a partir de la crisis norteamericana. La depresión internacional de las inversiones se ha manifestado también en el campo del petróleo y del gas, y en la producción de alimentos. El capitalismo ha esperado la ‘señal’ del aumento descomunal de los precios para invertir, pero ahora se encuentra con una inminente recesión en los Estados Unidos, que ya se extiende a Europa. Se ha creado de este modo una combinación de inflación y de recesión. No es precisamente el tipo de mezcla que asegura la ‘gobernabilidad’. Marchamos separados, pero golpeamos juntos La consigna de ‘enfriar’ la economía y de asegurar la estabilidad de precios se ha transformado en un patrimonio común, si no de la humanidad, al menos de los cinco o seis candidatos patronales en vista. La primera dama ya dijo, en Idea, que no había que “enamorarse del dólar alto”, desmintiendo con ello a su esposo y dando el único toque de femineidad a su campaña —más allá, claro, de la exhibición de sus ‘tailleurs’. Rodríguez Saá planteó directamente el retorno a la ‘convertibilidad’, pero lo mismo hizo Prat Gay, el economista de Carrió, cuando dijo que había que ajustar la emisión monetaria a las reservas del Banco Central. El objetivo ‘enfriamiento’ de la economía es presentado como necesario para proceder al ‘tarifazo’, cuyo impacto inflacionario se vería atenuado como consecuencia de una disminución de la demanda y de una revalorización del peso. La finalidad estratégica del ‘enfriamiento’, sin embargo, apunta a ‘disciplinar’ a la clase obrera, mediante la creación de un nuevo ciclo de cesantías y despidos. La ‘gobernabilidad’ pasa por una política decididamente anti-obrera. La ‘macana’ de todo este planteo es que se pretende ‘enfriar’ la economía cuando de esto ya se está encargando la crisis capitalista internacional —con la recesión en Estados Unidos. En lugar de avivar las llamas, los candidatos proponen apagar las brasas. Es cierto que esta recesión en ciernes va a estar acompañada de grandes movimientos especulativos (ingresos de capitales golondrinas) que podrían tener por centro a países como Argentina —pero, nuevamente, esto sólo servirá para complicar las cosas, pues a la recesión se le juntará la inflación. El llamado gobierno de ‘la burguesía nacional’ viene a fracasar exactamente cuando debería estar cumpliendo el cometido que se ha asignado, o sea cuando habría que contrarrestar la recesión internacional con un plan de desarrollo interno. Pero, como se ve, los ‘nac & pop” solamente han servido para aprovecharse de cinco años de recuperación económica (2002-07) y de crecimiento de los precios de exportación, aunque por sobre todo de salarios y jubilaciones bajos y de la vigencia de una implacable flexibilidad laboral. De los Scioli y los Moyano No es casual que, en este cuadro, la candidata oficial haya comenzado a juguetear con la necesidad de un “pacto social”. Es lo único que puede ofrecer en contraposición a sus competidores. El “pacto social” sería un acuerdo con la burocracia de Moyano, principalmente, para adaptar los reclamos de los trabajadores al ‘enfriamiento’ capitalista. La UTA, una adelantada del moyanismo, ya está mostrando de qué se trata en el hostigamiento a los trabajadores del Subte. Pero la burocracia sindical no escapa al proceso de disgregación que caracteriza a los partidos políticos y al régimen político en general. El matrimonio Kirchner no le dio a Moyano las candidaturas que pedía para su fracción, porque tampoco podía entrar en choque con otros grupos relegados, sea de la burocracia, de los piquetruchos, de la CTA o de los punteros del Frente para la Victoria. El andamiaje montado por el oficialismo para asegurarse la victoria el 28 de octubre no es precisamente un modelo para la ‘gobernabilidad’. El intendente de Mar del Plata, Katz, que ya circula como futuro ministro de Scioli, acaba de denunciar el método “institucional” del gobierno, lo que no puede más que ser una referencia a los casos Skanska, superpoderes, Miceli, valijazo (es una manera de reclamar que De Vido y Alberto Fernández no figuren en un próximo gabinete). Rivara, el ministro de Agricultura de Solá, lanzó una campaña para terminar con la metodología de comercialización en media res, que deja en claro la victoria de los frigoríficos exportadores y de los supermercados en la disputa del mercado de carnes. Según varios analistas, Scioli ya tiene armado un gabinete de su propio palo, o sea con poca presencia kirchnerista. Si esto se confirma luego de diciembre, Cristina Kirchner consagraría, en caso de ganar, un verdadero régimen de ‘ingobernabilidad’, que sólo podría provocar la envidia de Alfonsín y de De la Rúa. El final del mandato de Kirchner se resume en un conjunto de tendencias que apuntan a un estallido del régimen político, que por otra parte nunca terminó de estructurarse luego del ‘Argentinazo’. Kirchner no pudo imponer ninguna forma de gobierno coherente, sea de partido, de coalición o personal. Las cuestiones planteadas por la rebelión popular de 2001 siguen en pie, acentuadas, y no tienen salida en un marco electoral. Duhalde, ‘enter’ Este cuadro de conjunto ha permitido la reaparición de un muñequero político deshauciado, Eduardo Duhalde, quien se ha dado como objetivo reconstruir al partido justicialista —tal como lo piden Romero, Rodríguez Saá y otros. Dicho simplemente así, sin necesidad de adjetivos, delata un propósito conspirativo. No solamente porque Kirchner se asignó la misma finalidad cuando abandone el gobierno, sino porque significaría un trabajo de socavamiento de un eventual gobierno kirchnerista dos. Según La Nación, Duhalde vuelve para ejercer su oficio devaluacionista, en oposición a la revalorización que propugnan la mayoría de los candidatos. Algunos suspicaces, sin embargo, sospechan algo más —y es que la señora del Presidente podría verse obligada a ir a una segunda vuelta, que es cuando Duhalde empezaría con su ‘labor’. En efecto, la posibilidad de que la candidatura oficial no alcance el 40% no puede ser descartada; según algunos encuestadores, evitar la segunda vuelta exige que gane la provincia de Buenos Aires con el 60% de los votos. Lo cual no es fácil, más allá de que ponga en evidencia una super-Scioli-dependencia. Los resultados adversos en la mayor parte de las grandes ciudades, en las recientes elecciones provinciales; la inflación y la manipulación del Indek (que ya ha desatado una crisis con Julio Cobos, candidato a vice del gobierno, por el manejo que ha hecho Moreno de los datos de Mendoza); el fraude en Córdoba y el enfrentamiento en esta provincia entre Alberto Fernández, de un lado, y De Vido-Jaime, del otro; la crisis ininterrumpida en Santa Cruz; en definitiva, un conjunto de derrotas, retrocesos y contrastes, aún pueden privar al oficialismo de la victoria en la primera vuelta. En este caso, el próximo diciembre podría incorporarse a la historia de los veranos calientes. El reagrupamiento de los trabajadores sobre nuevas bases En este cuadro de conjunto, las elecciones de octubre no van a servir ni para hacer un recuento de las tendencias de opinión en el electorado. Las listas en disputa procuran más disimular sus planteos que ponerlos en evidencia. En este marco de confusión lo que importa es desarrollar una claridad política; señalar la estrategia, en especial con vista a una clase obrera que está pasando por una fase de transición en varios aspectos: 1) agotamiento de la experiencia con el pseudo nacionalismo burgués del kirchnerismo; 2) la presencia de una juventud sin un pasado político definido; 3) hostilidad acentuada, en especial entre esa juventud, hacia la burocracia de los sindicatos; 4) una tendencia a la acción directa en todas las clases sociales, como consecuencia del derrumbe social y de la impasse política. Es necesario, en estas circunstancias, llamar la atención de la clase obrera y de la juventud hacia la necesidad de un reagrupamiento político autónomo sobre bases socialistas. Sobre la base de esta perspectiva es necesario impulsar el reclutamiento de fuerzas y organizar un trabajo político sistemático. En oposición a quienes procurar ‘sobrevivir’ en los procesos electorales sobre la base de combinaciones sin principios, denunciamos la impasse, cada vez más acentuada, del régimen político y de la organización social capitalista en su conjunto, y llamamos a constituirnos en un partido político independiente que luche por el gobierno de los trabajadores y la reorganización socialista de la sociedad. Jorge Altamira
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