KIRCHNER SE HACE EL OSO


DEFENDAMOS AL CASINO Y LAS LUCHAS OBRERAS, Y A BOLIVIA Y A VENEZUELA CONTRA EL IMPERIALISMO


El matrimonio presidencial se encuentra ocupado por los ajetreos del cambio de mando.
Es comprensible, aunque no vaya a cambiar ni el mobiliario ni la vajilla.
El gabinete simplemente rota, como en el vóley, o en algún caso entra un suplente.
Pero esta escenificación sirve como pantalla para ocultar su complicidad con procesos internos e internacionales que apuntan a derrotar las principales luchas populares.
Lo obsesiona derrotar la gran lucha de los compañeros del Casino Puerto Madero y la de los del Pescado de Mar del Plata.
En estas dos luchas descollan los piquetes formados por centenares de compañeros de base, que cubren las 24 horas, y por la presencia de una aguerrida vanguardia de trabajadores jóvenes.
Por otro lado, Alberto Fernández ya anunció que piensa ignorar el fallo de la Corte que reconoce a los jubilados el ajuste por inflación — hablando al mismo tiempo por Néstor y por Cristina.
Aunque ya formaba parte del círculo oficial, el nombramiento del presidente de la francesa Peugeot como embajador en Francia es sintomático.
El ‘antiimperialista’ que está ahora había sido nombrado cuando se produjo el choque con la francesa Aguas ‘Argentinas’.
Con Sarkozy parece que la cosa es diferente, o se trata probablemente de la necesidad de arreglar con los acreedores nucleados en el Club de París.
Este nombramiento hace dudar de que el Senado convalide el reemplazo de los tickets por dinero, ya que perjudicaría a la principal empresa que explota el salario en negro: la francesa Accor.
Si se trata de terminar con el negreo del salario habría que suprimir a las agencias de empleo, el trabajo por tiempo parcial y los negociados por pasantías con las camarillas de las universidades — y, claro está, incorporar a los contratados de la administración pública a la planta permanente (en especial a los que cobran por Plan Trabajar) y llevar todos los adicionales al básico.
Pero el punto central de este momento es la actitud encubridora que ha adoptado el gobierno ante las iniciativas golpistas de la derecha en Bolivia, y en el caso de Venezuela a partir de la ruptura diplomática provocada por el derechista Uribe.
Es un silencio que se desparrama por todo el arco ‘nacional y popular’.
La pitada conspirativa la dieron Zapatero y el reyezuelo en Chile, y los Kirchner tienen importantes negocios con los españoles.
Por cierto que Morales y Chávez son víctimas de sus propias contradicciones políticas, características de un nacionalismo de contenido capitalista.
Mientras de un lado plantean un programa de transformaciones sociales parciales, por el otro se esfuerzan por impedir que los trabajadores intervengan con sus propios medios, esto porque defienden el sistema capitalista y sus instituciones fundamentales.
La reforma boliviana sigue en el intento de pactar con la derecha, en tanto que la venezolana no pasa de la pretensión de reforzar un régimen de poder personal dentro de los marcos capitalistas.
Rechazamos las dos.
Pero esas reformas se han transformado también en el pretexto conveniente para reactualizar las actividades golpistas y contrarrevolucionarias del imperialismo bajo el taparrabos de la defensa de la democracia.
No es la primera vez que el gorilismo opera de esa manera.
Llamamos a aplastarlo para defender nuestros derechos sociales y políticos
No, por supuesto, mediante el voto disciplinado a la reforma constitucional regimentadora de Chávez, ni el texto de compromiso con la derecha de Evo Morales, los cuales jamás servirán, como no han servido nunca, para impedir un golpe.
De ningún modo sometiéndonos a la política del nacionalismo, que por sobre todas las cosas pretende impedir la irrupción independiente de los explotados.
Sino mediante la movilización en toda América Latina.
Denunciamos que el silencio distraído de los Kirchner equivale a una complicidad con los desestabilizadores.
Lo mismo hizo Perón, en 1973, cuando se preparaba el golpe contra Salvador Allende.
A la generación actual de luchadores le cabe la tarea de aplastar en el nido a los candidatos a Pinochet, sean civiles o militares, de Bolivia o Venezuela.
La necesidad de la revolución social se plantea como una tarea actual en toda América Latina (como lo demuestran también las huelgas en Chile, las insurrecciones en México, los levantamientos en Perú, las rebeliones provinciales en Argentina).
Pero ellas no serán llevadas adelante por los políticos, carreristas o militares nacionalistas sino por la clase obrera organizada en un partido político independiente.
Por la Unidad Socialista de América Latina.

EL “CAMBIO EMPIEZA” CON LA INFANTERIA


Las luchas obreras ganan el escenario político nacional. La extendida huelga de los fileteros marplatenses, la lucha de la juventud del Casino, la movilización de los obreros del transporte, el Bauen que gana la calle para defender la continuidad de la gestión obrera.
Por otro lado, se extienden como una mancha de aceite los reclamos por doble aguinaldo.
Lo reclaman el Cuerpo de Delegados del Subte; de la Editorial Perfil; los maestros rosarinos de Amsafe; en los edificios telefónicos, Fargo y otras fábricas de la alimentación; la papelera Kimberley de Quilmes; los bancarios y el Smata.
Crece la deliberación por todo tipo de adicionales salariales.
Frente a esa movilización, el gobierno apeló a Infantería.
El voto que obtuvo en octubre, lo transformó en carros hidrantes y bastones largos.
Aníbal Fernández, el recordado hombre del “código penal en la mano” y de la Gendarmería en Santa Cruz, molió a palos con la Federal a los taxistas, mandó la Prefectura a la juventud del Casino y reprimió por cuarta vez en el puerto del Mar del Plata.
No se puede decir que la familia oficial lo haya dejado solo.
Al revés, movió todo su elenco.
Contra el Casino se movilizó, además de la empresa, una vieja amiga de la flamante Presidenta -la burocracia del Somu.
Moreno despidió a trece trabajadores apoyado por otra amiga: la patota de UPCN.
En su edad adulta, la juventud setentista encuentra su mejor aliada en la juventud lopezrreguista.
Así se anticipa el pacto social encargado de contener el desmadre inflacionario y la crisis energética.
El “cambio recién comienza”, pero De Vido y Alberto Fernández se quedan.
Moyano amenazó con Troya, pero dejó a la vera del camino a los compañeros reprimidos.
Yasky se transformó en columnista de Clarín para defender el “pacto con contenido social”, aunque sabe que lo que dice es un verso.
El mismo está traicionando las reivindicaciones de “contenido social” de los docentes bonaerenses.
La defensa del salario, de los convenios, contra el ajuste sobre maestros y estatales, vendrá de las asambleas obreras, contra el freno de la burocracia sindical.
Más que nunca: doble aguinaldo, salario equivalente a la canasta familiar y paritarias libres.
El único ‘derrame’ que acepta este gobierno es el de los deshechos cloacales de Botnia (y de Celulosa Argentina) en el río Uruguay; el de la “burguesía nacional” en el río Reconquista; y el de los pulpos mineros y petroleros en las napas de agua de la Patagonia y el noroeste argentinos.

VAYAMOS POR EL DOBLE AGUINALDO


¿Qué beneficio le ha deparado a los trabajadores la victoria ‘nacional y popular’ de Cristina Fernández de Kirchner?
En el Indec se ha producido el despido de los trabajadores que luchan contra la manipulación oficial.
Avanza allí, además, un ‘modelo’ que se está aplicando en otros lugares de trabajo y en especial en el Subte.
Consiste en desaforar delegados y promover suspensiones como antesala de despidos.
También consiste en infiltrar a elementos de las burocracias sindicales en el marco de nuevas contrataciones de personal, con la finalidad de liquidar a las comisiones internas o cuerpos de delegados que pelean por las reivindicaciones del conjunto de los compañeros.
Desde el gobierno se alienta una política de copamiento de las organizaciones populares que se han mantenido independientes de su tutela.
Asegurar la buena marcha de este copamiento es un objetivo estratégico del ‘pacto social’ en el cual se quiere enchalecar a los reclamos de los trabajadores.
Entre la manipulación de los índices de precios y el estrangulamiento de las organizaciones sindicales, el gobierno pretende imponer convenios de trabajo que anclen la inflación a costa del salario.
La otra gran noticia post-electoral es la reafirmación de la intención de revertir a sus antiguos dueños vaciadores a varias empresas que fueron recuperadas por sus trabajadores, o a re-privatizarlas para saldar las cuentas con los acreedores.
En otros casos se busca forzarlas a que se asocien a capitales privados mayoritarios.
Es una amenaza que se ha hecho explícita, por ejemplo, en los casos de Zanón, el Hotel Bauen y el Frigorífico Yaguané.
En otro plano, la Presidenta electa se ha encargado en hacer saber, por ella misma, que no permitirá la despenalización del aborto.
Quizá pretenda con ello evitar que se arruine la fiesta de confirmación de su hija, pero no ignora que el aborto clandestino mutila y mata a decenas de miles de mujeres por año.
¿No sabe, como mujer, que la reivindicación del derecho al aborto fue aprobado por miles de luchadoras en el Encuentro nacional de la Mujer?
Es obvio que el clero también está invitado al ‘pacto social’.
Pero el gobierno no debería ignorar que “la única verdad es la realidad”.
La realidad es que la ropa no baja sino que aumenta, que los combustibles se están disparando y que los precios de los alimentos no paran de subir.
Esto explica que se haya popularizado el reclamo de un Doble Aguinaldo, que fuimos los primeros en proponer desde estas páginas.
Los trabajadores tenemos que defendernos a nosotros mismos, no tenemos ningún escudo que nos proteja del proceso capitalista en curso.
¿O los diarios no nos están diciendo que los principales bancos del mundo están sufriendo quebrantos enormes, que ni siquiera el poderoso imperio norteamericano consigue rescatar?
Esto ya está afectando las condiciones económicas internacionales, y lo hará mucho más en un tiempo muy corto.
No serán los gobiernos capitalistas los que protegerán al pueblo de las contradicciones y crisis del capitalismo.
Los trabajadores de Argentina lo sabemos por experiencia.